Utilizando este pretexto aparece toda una fauna de personajes ocultos el resto del año:
El jubilado reciente que quiere seguir jugando a todo lo que jugaba cuando estaba activo por si después de 40 años va a tocar el gordo a sus compañeros y no a él. Es el típico que tarde o temprano te deja sin pagar una de esas participaciones.
El compañero que no te habla en todo el año, pero que por estas fechas tiene que colocar el talonario que el cole, el club deportivo o social, la AMPA, etc. piensa que es la forma en que su retoño debe participar en el bien común.
La persona que mira siempre cuánto compras tú para comprar un poco más y poder decirte: A mí me tocará más que a tí ¿De qué? Si no ha tocado nunca nada.
El otro que no compra nada porque se lo prohíbe su religión pero que tiene el alma en vilo el día del sorteo y pasa las horas rezando a su dios para que no toque al resto.
Quien hace una lista de todos los números y un par de día antes del sorteo va como loco diciendo: ¡quién tiene el 3, que me falta el 3, dame 1 euro aunque sólo sea, que ya verás como este año cae en 3!
Tu madre, a la que han regalado 10 céntimos en el mercado de un número que por casualidad sale con el reintegro y todavía espera que le devuelvan el dinero, y tú explicándole cada vez: ¡Que aquí pone que sólo es válido en caso de que coincidan todas las cifras con el PRIMER premio!
Y la agrupación de Diables de mi pueblo, que se han montado el donativo a cargo de un regalo en combinación con el sorteo de la ONCE del día 13 de diciembre (Santa Lucía), único día en el año que no hay tal sorteo!
¡Hay que tener morro!